El otro día, mi
esposo y yo estábamos comiendo en un restaurante muy casual de mariscos,
disfrutando la plática y cada bocado de nuestra comida .
En eso estábamos
cuando mi mirada se dirige a un señor que comía solo y venía vestido de pants
rojos, con la camiseta de su equipo favorito de futbol - ya para que gastar
tinta en su atuendo, es inútil – y
pedía al mesero : “un palillo por favor”.
Ese infeliz palillo
de madera, empezó a ser utilizado como limpiador de dientes y muelas, de una
manera que sólo un dentista podría haberlo hecho. Con la precisión de un
taladro ultrasónico de limpieza
bucal, subía y bajaba en cada diente
y muela, por muy adelante o atrás que estuviera, recorría cada pieza
dental. El hombre sacaba de su boca comida con él , la miraba, la olía y la comía de vuelta. Era repugnante, asqueroso y nauseabundo ¡¡GUACAlA!!!
¡¡Qué desagradable!.
Esta tarea no
fue corta, duro y duro, no se cuantos minutos pues evitaba verlo, aunque lo
tenía enfrente de mi, pero fueron interminablemente asquerosos. Por fortuna ya habíamos
acabado de comer y este espectáculo tan desagradable, sólo nos afecto
visualmente, aunque debo de confesar que me hizo sentir nauseas.
Pedimos la
cuenta y huimos de ahí dejando atrás a este señor absorto en su limpieza bucal, frente al
televisor que transmitía un juego
de futbol, que lo tenía perplejo. En mi muy osada y poco viable opinión, lo debieron de invitar a que
se retirara del lugar por mal educado, vulgar y corriente.
Este show
también me ha tocado observarlo con pena ajena y asco, en restaurantes elegantes
con hombres vestidos de traje y corbata y alguna que otra mujer, sin rastro de buenas maneras.
La costumbre del palillo o mondadientes.
El palillo fue uno de los instrumentos que se inventaron hace miles de años para
limpiar los dientes, incluso mucho tiempo antes que el cepillo de dientes existiera. Era un utensilio de limpieza de lujo, hecho a veces de oro, plata,
cobre o simple madera. Era un símbolo de estatus y a veces el único instrumento
para limpiarse los dientes en la antigüedad.
¿Cómo llegaron a las mesas de los restaurantes y casas?
Esta idea en su
momento “genial”, se la debemos a un norteamericano llamado Charles Forster quien
en 1887, después de viajar por Brasil, se dio cuenta que los dientes de los
nativos, estaban muy bien cuidados, siendo pequeñas astillas de madera que
pasaban entre sus dientes para sacarse con ellas restos de comida, las
causantes de sus dentaduras tan “limpias”.
A este señor se
le ocurrió llevarlos Norteamérica e inicio su fabricación masiva en Boston. El
problema era vender los palillos a
los restaurantes que no lo consideraban necesario y educado.
Entonces,
organizó un elegante grupo de estudiantes de Harvard, a los cuales pagó sus
cenas, en el famoso y elegante Boston Union
Oyster House,
con la única condición, de que le ayudaran a vender sus palillos. Y así lo
hicieron, al finalizar de comer
pidieron a gritos un palillo y armaron un gran escándalo al no ser
proporcionado. Al otro día, sólo basto que el Sr. Forster vendiera sus palillos
a este elegante restaurante, para que los demás establecimientos siguieran su
ejemplo.
Y ahí empezó la
maldición del palillo en la mesa, que pronto se popularizo mundialmente, como
objeto público de limpieza dental.
Los
restauranteros de esa época no estaban nada mal. La sociedad bostoniana tan
refinada , simplemente no querían que la gente limpiase sus dientes en la mesa,
considerando este acto como impropio y de mal gusto.
Pero como todo
en las modas, los lideres de opinión marcaron esta tendencia como buena y
dentro de las “costumbres permitidas” y así un acto tan privado como limpiarse
los dientes, fue bien visto y en ocasiones hasta de estatus, pues un palillo en
la boca, significaba que la gente había comido.
Esa costumbre
persiste hoy en día, cuando algunos restaurantes regalan palillos y los colocan
en la mesa, como un accesorio más, para que el comensal lo utilice libremente después de comer. Si no están en la mesa, bastará con pedirlo al mesero, para
que sin pena, traiga un bonche de ellos.
¿Qué dice la etiqueta actualmente de los palillos?¿Se deben utilizar?
En la mesa es un
rotundo NO.
Una regla básica
de etiqueta, es no utilizar palillos en la mesa. Denota un descuido y desconsideración
total. Es un espectáculo muy desafortunado que nadie debería dar ni observar.
Si sentimos algo
atorado en nuestros dientes, lo correcto es tomar el palillo y retirarnos al
baño a limpiarlos, en privado, sin que nadie más nos vea.
Los palillos no
deben salir de la cocina, salvo para complementar o ayudarnos a comer un platillo.
No se deben
guardar de la botana, para utilizarlos “al rato” en la sobremesa.
Los deberían de prohibir y cobrar multas por usarlos públicamente.